Yo sé porqué estás tan cansado: es por el gato.
Volvés de madrugada con olor a fiesta y acá está la tonta esperándote con buena voluntad y la cena servida.
Llegás con hambre y con sed, devorás lo que hay en la mesa y te vas a dormir, tan profundamente que no sentís cuando abro el cajón y retiro de allí un frasco de boca ancha, ni cuando desenrosco su tapa perforada y con amor saco una delagada sanguijuela y la paseo sobre los badenes de tu columna vertebral hasta que sensualmente el gordo gusano se prende a tu piel dormida.
Después de un tiempo desprendo la ventosa de tu espalda y la beso agradecida antes de depositarla en un platito combo para que pase a formar parte de la cadena alimenticia.
Al pie de la cama el gato se relame al verla.
20.9.07
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