Especialmente para vos, traje una resma de papel nuevo. Blanco y grueso, de alto gramaje, perfectamente brillante. Envuelto en cinta de papel tu cuerpo, inmovilizado para mi deleite; casi me dan pena tus vacunos ojos. Mientras escuchamos María Callas, saco una hoja y deslizo su borde filoso sobre la falsa mueca de tus mejillas. Repito estas líneas rojas ida y vuelta hasta que quedás como si hubieras tomado sol bajo un peine.
No soy cruel, no me acuses: por eso soplo tus finísimas heridas, por eso las baño con alcohol. Para que veas cuánto te quiero te haré una grulla de origami, blanca y de largas alas, te haré cien grullas de la suerte. Una a una las iré pegando sobre tu desnudez con cemento de contacto y al terminar te dejaré así blanco y hermosamente cubierto de grullas en la vereda de mi casa, cerraré la puerta y podrás irte adonde quieras. Sólo guardaré de recuerdo las pocas grullas que cubrían tus genitales. Esas me las he ganado, las despegaré con un tirón seco y tal vez, si tengo suerte, lleve de yapa todos los pelos gruesos que amparaban tu ridiculez machuna.
1 comentario:
ridiculez machuna
pablo
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